Irrescatable
No sabía como sacarlo de la retina.
Lo veía sufrir en esas líneas en la cara, en esos ojos casi sin pupila.
Andaba así, tan angustiosamente asimétrico por la calle.
Hablaba y le importaba hasta un punto, luego como si nada pasara.
Comía siempre lo mismo, hundía la cabeza en los hombros.
Lo dejaba pasar, lo dejaba pasar y luego ametrallaba.
Sus dedos tan espárragos, su pose sin pose tan auténtica.
Todo era presagio de lo que iba a pasar.
Me enamoré de un tipo sin razón, sin cordura.
Siempre prófuga de las tautologías, pensé que nada podría sorprenderme así.
Pero un día ardió, con sus comillas de la cara hundidas.
Fuente desbordada de la sin razón que mi cuerpo entero no lograba comprender.
Corrió como el más libre y el más esclavo a la vez.
Vi a la lógica escapar en dirección contraria, los signos derretidos imposibles de descifrar.
Él era el diablo e iba a sacar todo lo malo de este mundo.
Ese día otra frecuencia le arrebató el piso y cayó.
Esas alas negras gigantes que un día se desplegaron de mi espalda para sentir
emoción, lo llevaban al centro del universo y no me permitieron descender.
Se repetían las puertas y las ventanas, en ninguna una pista me conectaba con él.
Las voces pasaban lejanas, hablaban sin respuestas, hablaban sin verdad.
No podía rescatarlo del espacio sin residir también.
No podía rescatarlo, no podía descender.